junio 20, 2010

Cuna de amor

Llega al fin el ansiado día, pero luego de varias largas horas de espera en el hospital, aun no hay suficiente dilatación para nacer. Finalmente el médico decide no esperar más y programa la cesárea para el final de la tarde.
Ya anocheciendo, después de lo que pareció otra larga espera, logro ver su carita diminuta por primera vez y me invade un sentimiento desbordante, difícil de describir pero increíblemente real. Es impactante la sensación que te envuelve: se siente tanto amor que parece que el cuerpo no va a resistir y que explotará de felicidad. La emoción es tan intensa que el llanto se hace incontenible. Cómo es que una criatura tan pequeña es capaz de generar tantísima ternura, lograr transmitir tanta calidez y paz? Cómo con su angelical inocencia puede iluminar toda una habitación al llegar, y llenar de amor la vida de los que lo rodean desde el momento en que es concebido?
Así nacieron estos dos bebés, muy afortunados, porque nacieron en una cuna de amor. Fueron concebidos por dos padres amorosos que viven rodeados de familia y amistades que los quieren de corazón. Dos niños rodeados de gente que les da cariño y que están de una u otra forma presentes para celebrar la vida conforme van creciendo, y para darles apoyo y consuelo siempre que lo necesiten.
Años después de ese glorioso día, sigo sintiendo esa misma emoción desbordante al ver sus caritas sonrientes, al experimentar cada paso en su crecimiento. Sigo reviviendo esos momentos maravillosos cuando llegaron a nuestras vidas, y estoy agradecida con Dios y con sus padres porque pude, con su llegada, experimentar en alguna medida la alegría que trae el nacimiento de un hijo.

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