octubre 17, 2010

Toma mi mano

No te veo
pero siento tu presencia
en mi corazón.
Sé que estás aqui
a mi lado.
Sé que me dejas ser
y aunque a veces me equivoco
continúas a mi lado.

Me tiendes tu mano
y me aferro fuertemente,
para no sentirme perdida,
para no salirme del camino.

Toma mi mano,
necesito tu fortaleza,
sentir tu inmenso amor,
llenarme de tu paz.
No me dejes,
necesito tu alegría
y el valor para seguir.

agosto 21, 2010

Fantasmas del pasado

Sofía era una niña dulce, llena de vida, sus sueños eran puros como su alma, disfrutaba jugar con sus hermanos y amigos, y abrazar a sus padres cariñosos. El ambiente familiar era tranquilo, sus padres se esforzaban mucho por construir un ambiente familiar seguro y feliz, inculcándoles a sus hijos valores y la importancia de estudiar y desarrollarse.
Pero a veces el mal aparece a la vuelta de la esquina, como en la visita de un pariente, o de un allegado a la familia. Aparece en un hombre, en cuyo interior hay pensamientos aberrantes que van oscureciendo su alma, y paralizando su conciencia. Lleno de pensamientos que carcomen todo rastro de decencia, honestidad y respeto.
Al principio, este individuo pasa desapercibido. Ni Sofía ni sus padres sienten el peligro. Estudia cada movimiento de la familia y espera ... espera hasta que encuentra el espacio para acercarse y esparcir su veneno sobre la pequeña Sofía. La dulce niña que no tiene una gota de maldad, con inocencia asume la situación como normal. El individuo que no tiene una gota de culpa ni de vergüenza, se aprovecha de ese angelito una, dos, muchas veces, demasiadas veces.
Cuando finalmente Sofía lanza un grito de ayuda, sus padres reaccionan y alejan al mal de sus vidas. Pero ya es demasiado tarde, el monstruo ha dejado su huella macabra en la pequeña Sofía. Era apenas una niña cuando le tocó vivir una de las experiencias más aterradoras.
Muchos años han pasado desde esa horrible pesadilla. Esa niña con esfuerzo, y con el apoyo de sus padres, crece y sale adelante, con sus estudios, con su trabajo y con su vida familiar y social.
Sin embargo, el fantasma del pasado asecha, y hoy Sofía lanza un nuevo grito de auxilio. Se sienta frente a mí, temblando de terror, y llorando desconsoladamente. Siente una necesidad incontrolable de huir y refugiarse en la seguridad de su habitación, y alejarse así de todo contacto humano.
Ayer lo vió, sólo por unos instantes, y bastó para desmoronarse y volver a revivir la pesadilla que la ha atormentado desde entonces. Quebró su estabilidad emocional. De repente dejó de ser la mujer y se convirtió en la niña pequeña, indefensa e inocente, que ve su infancia irse de la mano abusadora de un monstruo.
Siento su dolor y su miedo, veo en sus ojos el trauma de una pesadilla. Tengo un nudo en la garganta y mis ojos ya casi estallan en llanto. Me siento impotente. No sé cómo consolar a esta mujer que lleva dentro una niña pequeña y asustada. Cómo abrazar a alguien que está huyendo de todo contacto físico?
Sofía es hoy una mujer fuerte y valiente, una sobreviviente. Pero las marcas de su horrible experiencia no se borran. Esas huellas quedan plasmadas en sus víctimas para toda la vida. Ese fantasma del pasado eventualmente aparece y las obliga a enfrentarlo una y otra vez, para poder seguir adelante con sus vidas.
Sofía existe en muchas niñas, en muchas mujeres. Siento coraje de saber que estos monstruos existen también, y más coraje de saber que muchos andan libres regando su veneno y llevando desgracia a muchas familias. La pesadilla no termina, el mal existe, anda suelto y asecha a nuestros niños.

julio 31, 2010

Madre

Te marchaste un día, hace mucho tiempo,
pero aun te lloro, aun te extraño.
No pude decir adiós,
no pude decir te quiero.
Pasó un momento y ya no estabas.
Sólo me quedó tu recuerdo,
tu imagen grabada en mi memoria
y tu cariño vivo en mi corazón.

Aunque físicamente ausente,
sé que me has visto crecer,
sé que has guidado mis pasos,
que me has protegido en silencio.

Pero me falta hablarte,
compartirte mis vivencias,
preguntarte tantas cosas.
Anhelo encontrarte en mis sueños,
volver a sentir tus abrazos,
llenarme de tu sonrisa
decirte al fin cuánto te quiero.

junio 20, 2010

Cuna de amor

Llega al fin el ansiado día, pero luego de varias largas horas de espera en el hospital, aun no hay suficiente dilatación para nacer. Finalmente el médico decide no esperar más y programa la cesárea para el final de la tarde.
Ya anocheciendo, después de lo que pareció otra larga espera, logro ver su carita diminuta por primera vez y me invade un sentimiento desbordante, difícil de describir pero increíblemente real. Es impactante la sensación que te envuelve: se siente tanto amor que parece que el cuerpo no va a resistir y que explotará de felicidad. La emoción es tan intensa que el llanto se hace incontenible. Cómo es que una criatura tan pequeña es capaz de generar tantísima ternura, lograr transmitir tanta calidez y paz? Cómo con su angelical inocencia puede iluminar toda una habitación al llegar, y llenar de amor la vida de los que lo rodean desde el momento en que es concebido?
Así nacieron estos dos bebés, muy afortunados, porque nacieron en una cuna de amor. Fueron concebidos por dos padres amorosos que viven rodeados de familia y amistades que los quieren de corazón. Dos niños rodeados de gente que les da cariño y que están de una u otra forma presentes para celebrar la vida conforme van creciendo, y para darles apoyo y consuelo siempre que lo necesiten.
Años después de ese glorioso día, sigo sintiendo esa misma emoción desbordante al ver sus caritas sonrientes, al experimentar cada paso en su crecimiento. Sigo reviviendo esos momentos maravillosos cuando llegaron a nuestras vidas, y estoy agradecida con Dios y con sus padres porque pude, con su llegada, experimentar en alguna medida la alegría que trae el nacimiento de un hijo.

junio 06, 2010

Me faltas

Llueve con fuerza y el agua al caer,
se lleva lo que queda de luz.
Rodeada de oscuridad
llego finalmente a casa.
Hay un silencio sepulcral
y un frío que me hiela los huesos.
Siento tu ausencia,
me falta tu compañía,
tus cálidos abrazos,
tus dulces besos.
Siento la soledad.
Mi sonrisa se apaga,
mi mirada se llena de lágrimas.
Me falta la luz de tu sonrisa,
la melodía de tus palabras,
En medio del silencio,
me envuelve la noche.
Finalmente me rindo.
y te sueño en la oscuridad.

junio 01, 2010

Viajes soñados


Los sueños pueden ser mágicos, transportarnos a lugares paradisiácos, permitirnos vivir y experimentar sensaciones fuera de este mundo.
Esta vez, me llevaron a un viaje por la costa en algún lugar lejano, talvez otro continente. Es invierno, hace frío, cae una ligera llovizna y una suave bruma envuelve el paisaje. El camino bordea la montaña muy cargada de vegetación, de un verde muy oscuro, casi negro en algunos rincones.
Voy sentada junto a la ventana, en un vehículo que parece más bien un híbrido entre un tren y un teleférico. Su estructura metálica ya corroída por el tiempo, permite ver el paisaje a ambos lados de la carretera.
A mi derecha, al extender mi mano, casi puedo tocar el manto de helechos y vegetación que cubre la montaña. Siento frío, la helada brisa atraviesa mi vestimenta. Mi cuerpo queda bañado por diminutas gotas de rocío.
A mi izquierda veo la costa. La playa está desierta y deliciosamente silenciosa. Sólo se escucha el sonido de las olas que al romper con fuerza dejan una nube de espuma de un blanco perfecto. Me levanto de mi asiento para poder ver a lo lejos el horizonte y quedo extasiada por el paisaje. Siento la brisa rozar mis mejillas, siento el sonido de las olas. A lo alto, un ave vuela por los cielos.
Justo detrás de las olas, se levanta una inmensa formación de rocas. Esta muralla bañada por los rayos del sol, deja ver una asombrosa combinación de tonalidades que van del amarillo pálido al naranja intenso. Parecen brotes de fuego surgiendo del oceáno azul.
Al llegar al final de la recta por la costa, comenzamos el ascenso por el risco. Me aferro a la baranda y me vuelvo a sentar, ahora con la sensación de mariposas en el estómago provocada por la altura. El vagón sube lentamente dejándose mecer por el viento. Estoy más cerca de las nubes, y ya siento el vacío bajo mis pies.
Vuelvo mi mirada hacia abajo y veo el negro intenso de las rocas contrastar con el blanco perfecto de la espuma de las olas que rompen sobre su costado. En la cima, arde aún el reflejo de los rayos del sol.
Cierro los ojos y respiro profundo, respiro grandeza. Siento la frescura del viento en mi rostro y el calor de la felicidad en mi corazón. Llegamos a la cima, el vagón se detiene y bajamos a suelo firme.
Fue un viaje fenomenal, un regalo de la naturaleza que alimentó mi espíritu y que dejó una sonrisa en mi alma.

abril 17, 2010

Una gaviota, un delfín y un oso

Era apenas una adolescente aquella tarde que fue al cine a regañadientes, sin entender por qué su padre insistía tanto en ello.
La película resultó ser hermosa y la impactó enormemente. Esa tarde conoció a Juan Salvador Gaviota, criatura que la llenó de inspiración por mucho tiempo. Sentía dentro de sí misma el deseo de aprender, de crecimiento personal, de libertad. Imaginarse volar suavemente hacia el horizonte liberaba su alma. El azul del cielo dejaba un brillo intenso en su mirada mientras el viento acariciaba con delicadeza su rostro.
Así creció hasta la mayoría de edad, preservando su identidad propia, buscando su libertad espiritual, saciando su sed de aprendizaje. Segura de que no había límite para el crecimiento mientras se creyera en uno mismo.
Y entonces, la joven se transformó en delfín...una criatura maravillosa, inteligente, de gran sensibilidad. Su figura estilizada se movía con deliciosa gracia, como si danzara en el agua. Desarrolló su sexto sentido y aprendió a socializar con su entorno, a encontrar paz y armonía en su relación con el hombre y la naturaleza.
Con los años, su ser se fortaleció. Sus vivencias desarrollaron su madurez y la llenaron de sabiduría. Ahora mujer, se desenvuelve con una personalidad firme e interesante. Su piel se transforma en una gruesa coraza formada por sus propias heridas y experiencias. Ahora ella enfrenta los retos con valentía, con alma de luchadora. Defiende con firmeza su posición y sus valores, sin renunciar a sus sueños. Se protege a sí misma y a sus seres queridos. Pero bajo ese grueso pelaje de oso, en su interior, hay una criatura cálida, llena de ternura, que se deja conquistar con caricias dulces y abrazos sinceros. Que disfruta plenamente de la vida, de la naturaleza, de su familia.
Son tres criaturas: una gaviota, un delfín y un oso. Tres elementos: aire, agua y tierra. Una mujer: un viaje, una vida.

marzo 06, 2010

Sarapiquí


Llega la noche y todos los chiquillos estamos en la cama, apenas cubiertos por una delgada sábana para no ahogarnos del calor. Las habitaciones son amplias, las puertas permanecen cerradas y todas las ventanas tienen cedazo para evitar que entren zancudos. La casa huele a madera y a campo, y aunque las paredes de los cuartos estén pintadas de blanco, se tornan negras y oscuras de noche.
Estamos todos llenos de emoción, luego de un día en la finca, jugando bajo el sol y la lluvia, corriendo sobre el pasto, comiendo palmito y guayabas, acariciando a Muñeco el burro, recordando a carcajadas los juegos de hoy y pensando en las travesuras que haremos mañana. También llenos de temor, porque pronto apagarán la planta eléctrica y quedaremos completamente a oscuras, apenas protegidos por esa delgada sábana, que evita que lleguen hasta nosotros los monstruos de la noche: los murciélagos, cucarachas, arañas, alacranes y cualquier criatura nocturna del campo. Solo Ñurdo y Azulito sabemos no llegarán, ellos son personajes de las historias de la ciudad.
Hoy fue un día largo, el trayecto en jeep desde la ciudad es de varias horas. Vamos atrás con los cajones de comida y la marqueta de hielo envuelta en aserrín y metida en un saco de gangoche, comprada en la fábrica de hielo y calculada para que nos dure el fin de semana. Mi abuelo al volante con su sombrero campesino y sus botas de hule. Mi abuela al lado rezando el rosario, cada misterio como de 17 avemarías porque va cabeceando y se queda dormida antes de terminar las oraciones.
El trayecto preferido de todos, la catarata de La Paz, impresionante caída de agua. Esa blancura, esa frescura y fuerza con la que cae desde muy alto es digna de observar por un rato y pensar en la grandeza de Dios y la naturaleza que nos dió.
Aprovechamos para comer un bocadillo, unos sandwiches de pepino y mayonesa preparados por mi madre, unos refrescos y con suerte uno o dos confites.
Seguimos el viaje, y al llegar a la finca, vemos que ha llovido y la entrada está con lodo, subir la cuesta hasta la casa será toda una hazaña del chofer al volante, y toda una aventura para nosotros. El carro patina y se mueve en todas direcciones, el motor ruge con fuerza para vencer al barro que salpica hasta las ventanas del jeep. Llegamos finalmente a la casa, con barro hasta en las orejas, pero orgullosos y contentos de haberlo logrado.
Una vez que hemos desempacado, vamos de visita a la casa del mandador, que parece tener como 150 años y 70 hijos, casado una docena de veces. Siempre ha existido en mis recuerdos y pareciera que siempre ha tenido la misma edad. Vive en una casita pequeña de madera a la entrada de la finca, donde hay güilas por todos lados, que salen por todas las puertas y ventanas.
Sigue la noche, comienza a llover. Cuando llueve en Sarapiquí, llueve con fuerza, llueve a caudales. Los pajaritos buscan refugio bajo las hojas en la copa de los árboles que se ven desde el balcón de la casa. Los imagino buscando abrigo bajo las alas de sus madres. Yo en mi cama, abrigada y calientita, seca y feliz.
Llueve por horas, acurrucando nuestros sueños, refrescando la noche y llenando el río al que ojalá vayamos mañana. Ese gran río plano, ancho, al que los abuelos nos enseñaron a respetar por su fuerza, por su corriente que cuando decide crecer, no vacila y se lleva lo que haya a su paso. Pero cuando está tranquilo, nos refresca con su calma, su claridad, su dulzura.
Y al llegar el domingo regresaremos a San José, cargados de manzanas de agua, guayabas, picados por los zancudos, tostados por el sol y con los zapatos llenos de barro, pero llenos de anécdotas, de energía, de felicidad.
Sonrío y cierro los ojos para volver al sueño. Debo dormir, la noche es larga en el campo. Llenos de emoción, sentimos felicidad, estamos como en una cuna de amor. Los adultos están afuera en el balcón, tocando guitarra, conversando, pensando en qué sorpresa nos darán al día siguiente, dónde iremos a pasear.
El sonido de la lluvia en el fondo, la conversación de los adultos casi como un susurro y la guitarra melódica son la combinación perfecta para caer profundamente dormidos.
Huele a campo, huele a familia!

febrero 14, 2010

Si me dejaras amarte

Si me dejaras amarte, te daría mi vida entera.
Te acurrucaría en mis brazos y,
te acariciaría hasta dormirte.

Si me dejaras amarte, llenaría tu día de sonrisas,
Te abrazaría con ternura y,
te besaría con pasión.

Si me dejaras amarte, te llevaría de la mano.
Te apoyaría siempre con admiración y orgullo.
Te aliviaría el dolor y la angustia.

Si me dejaras amarte, te amaría hasta la eternindad.

febrero 13, 2010

Un Oasis en la Ciudad

Una de las áreas más especiales en mi casa es el jardín. Vivo en una casa antigua, de las que tienen pasillos a los cuartos, varias salas y un área verde, que alberga dos hermosos árboles. Un persistente arbolito de limón que a pesar de los años y el smog, se mantiene ofreciendo deliciosas cosechas de fruta. Florece como copos de nieve blancos sobre un frondoso follaje verde.
El otro árbol es más joven, pero mucho más alto. Su sombra deja pasar un poco de sol para que todo lo que crece a su alrededor pueda nutrirse de luz y calidez. Su nombre es Eugenia y da miles de frutas jugosas y dulces que parecen racimos de uvas y que deleitan a los pajaritos.
El jardín está lleno de vida, de frescura y de paz, a pesar de estar rodeado por la ciudad, bulliciosa y contaminada, con su carretera principal, edificios terminados y otros en construcción, restaurantes, comercio y hasta colegios. Este oasis en la ciudad es como una burbuja que aísla lo oscuro del progreso y protege lo bueno de la vida bajo su micro-ambiente.
Este oasis nos da paz a los habitantes de esta casa, y también a nuestros huéspedes. Podemos sentarnos en la terraza y respirar esta frescura y tranquilidad, los ojos brillan de placer, el cuerpo se relaja, los sentidos se agudizan. Ya no se oye el martilleo de los obreros en la construcción, ni los autos pasar por la calle. Se oye más bien el sonido del viento moviendo el follaje de los árboles y el dulce canto de las aves que visitan el jardín: viudas, comemaiz, colibríes. Cada especie se concentra en sus propios sitios de interés dentro del jarín. Las viuditas siempre volando en pareja van de rama en rama cantando, los comemaiz llegan en grupos, talvez familias enteras que se esmeran en buscar gusanitos, semillas y también ramitas que llevan hasta el lugar sobre los árboles donde están construyendo su nido. El colibrí es más bien solitario, vive a un ritmo acelerado bebiendo el dulce nectar de flor en flor. Luego sigue su camino buscando otro jardín, otro oasis en la ciudad.
El jardín es hogar también de innumerables especies de plantas, que nos regocijan algunas por su hermoso follaje verde como los helechos, y otras con flores hermosas como la rosa, orquídeas y muchas otras con tonalidades rojas, rosadas, moradas y blancas. Estas flores ponen color a nuestras vidas, colores que quedan plasmados en nosotros durante el dia como energía positiva.
Hay plantas aromáticas como la menta que refresca el jardín con su fresco y picante aroma, el orégano con su calidez y el geranio, que además de sus bellas flores y su habilidad para resaltar aún en condiciones extremas de poca tierra y humedad, mantiene un adecuado control de los insectos voladores en el jardín.
Además de los árboles y plantas, hay una criatura en el jardín que se ha convertido en todo un espectáculo. Es un gigantesco cactus con decenas de ramificaciones, que destella vida y grandeza. Una imponente belleza especialmente cuando florece, no con una flor, sino con 20 o 30 a la vez. Son flores con esencia muy fuerte, de un tamaño y belleza espectacular, una visión que no mucha gente tiene la suerte de experimentar. Es tan grande y tan bello el espectáculo, que solo dura unas horas durante una sola noche. Es como si las flores dieran tanto brillo al abrir, tanta esencia, energía e intensidad, que no alcanza a sostenerse por mas de unas horas. Sus flores de un blanco resplandeciente iluminan la oscuridad de la noche, y dan nectar a cientos de abejitas. Todo en una noche.
La tierra en el jardín huele a vida, es negra, suelta, llena de nutrientes que hacen posible a las plantas y árboles existir en este paraíso.
Comienza a llover, pero el espectáculo no termina, es una delicia ver el agua caer con suavidad sobre todas las especies del jardín, trayendo vida y frescura. Las aves se han ocultado bajo las hojas arriba en los árboles, pero continúan deleitándonos con su canto. Es como si celebraran la llegada de la refrescante agua. Las plantas danzan bajo la lluvia llenando sus reservas, el agua corre por sus tallos lavando sus hojas del polvo de la ciudad. El zacate se levanta para dejar entrar hasta sus raíces las gotas de agua que caen en el suelo humedeciéndolo todo a su paso. La lluvia es vida para el jardín.
Llega la noche, oscurece y un aire de paz se siente en el jardín. Las aves duermen en sus nidos. Las flores descansan, queda solo el sonido del viento moviendo el follaje con suavidad, refrescando el jardín y manteniéndolo vivo.
Amanece y hay gotas de rocío sobre las flores y hojas. Parece escarcha, es como si la vida y la alegría brotaran en forma de gotas a través de los poros de las plantas. Las aves cantan a la mañana, cantan a la vida.
Poco a poco va saliendo el sol, cubriendo con su calidez todos los rincones del jardín. Se ilumina el paisaje gradualmente y nos deleita con un juego de luz y sombra producto de los rayos de sol que logran colarse entre el follaje de los árboles. La calidez es tal que inyecta de energía y paz a todo visitante del jardín.
Y la vida continúa en este oasis en la ciudad. Que se multipliquen los jardines en las ciudades, que se mantengan por siempre estos oasis para que no nos absorba el concreto y el ruido del progreso. Bendito seas jardín!

febrero 10, 2010

Desaparecer

Querer desaparecer
que todo se apague,
que todo se termine,
y poder descansar.

Querer deshacer,
borrar mis huellas,
dejar de sentir,
dejar de temer.

Querer creer,
que puedo seguir,
que puedo soñar.
Querer vivir!