febrero 14, 2010

Si me dejaras amarte

Si me dejaras amarte, te daría mi vida entera.
Te acurrucaría en mis brazos y,
te acariciaría hasta dormirte.

Si me dejaras amarte, llenaría tu día de sonrisas,
Te abrazaría con ternura y,
te besaría con pasión.

Si me dejaras amarte, te llevaría de la mano.
Te apoyaría siempre con admiración y orgullo.
Te aliviaría el dolor y la angustia.

Si me dejaras amarte, te amaría hasta la eternindad.

febrero 13, 2010

Un Oasis en la Ciudad

Una de las áreas más especiales en mi casa es el jardín. Vivo en una casa antigua, de las que tienen pasillos a los cuartos, varias salas y un área verde, que alberga dos hermosos árboles. Un persistente arbolito de limón que a pesar de los años y el smog, se mantiene ofreciendo deliciosas cosechas de fruta. Florece como copos de nieve blancos sobre un frondoso follaje verde.
El otro árbol es más joven, pero mucho más alto. Su sombra deja pasar un poco de sol para que todo lo que crece a su alrededor pueda nutrirse de luz y calidez. Su nombre es Eugenia y da miles de frutas jugosas y dulces que parecen racimos de uvas y que deleitan a los pajaritos.
El jardín está lleno de vida, de frescura y de paz, a pesar de estar rodeado por la ciudad, bulliciosa y contaminada, con su carretera principal, edificios terminados y otros en construcción, restaurantes, comercio y hasta colegios. Este oasis en la ciudad es como una burbuja que aísla lo oscuro del progreso y protege lo bueno de la vida bajo su micro-ambiente.
Este oasis nos da paz a los habitantes de esta casa, y también a nuestros huéspedes. Podemos sentarnos en la terraza y respirar esta frescura y tranquilidad, los ojos brillan de placer, el cuerpo se relaja, los sentidos se agudizan. Ya no se oye el martilleo de los obreros en la construcción, ni los autos pasar por la calle. Se oye más bien el sonido del viento moviendo el follaje de los árboles y el dulce canto de las aves que visitan el jardín: viudas, comemaiz, colibríes. Cada especie se concentra en sus propios sitios de interés dentro del jarín. Las viuditas siempre volando en pareja van de rama en rama cantando, los comemaiz llegan en grupos, talvez familias enteras que se esmeran en buscar gusanitos, semillas y también ramitas que llevan hasta el lugar sobre los árboles donde están construyendo su nido. El colibrí es más bien solitario, vive a un ritmo acelerado bebiendo el dulce nectar de flor en flor. Luego sigue su camino buscando otro jardín, otro oasis en la ciudad.
El jardín es hogar también de innumerables especies de plantas, que nos regocijan algunas por su hermoso follaje verde como los helechos, y otras con flores hermosas como la rosa, orquídeas y muchas otras con tonalidades rojas, rosadas, moradas y blancas. Estas flores ponen color a nuestras vidas, colores que quedan plasmados en nosotros durante el dia como energía positiva.
Hay plantas aromáticas como la menta que refresca el jardín con su fresco y picante aroma, el orégano con su calidez y el geranio, que además de sus bellas flores y su habilidad para resaltar aún en condiciones extremas de poca tierra y humedad, mantiene un adecuado control de los insectos voladores en el jardín.
Además de los árboles y plantas, hay una criatura en el jardín que se ha convertido en todo un espectáculo. Es un gigantesco cactus con decenas de ramificaciones, que destella vida y grandeza. Una imponente belleza especialmente cuando florece, no con una flor, sino con 20 o 30 a la vez. Son flores con esencia muy fuerte, de un tamaño y belleza espectacular, una visión que no mucha gente tiene la suerte de experimentar. Es tan grande y tan bello el espectáculo, que solo dura unas horas durante una sola noche. Es como si las flores dieran tanto brillo al abrir, tanta esencia, energía e intensidad, que no alcanza a sostenerse por mas de unas horas. Sus flores de un blanco resplandeciente iluminan la oscuridad de la noche, y dan nectar a cientos de abejitas. Todo en una noche.
La tierra en el jardín huele a vida, es negra, suelta, llena de nutrientes que hacen posible a las plantas y árboles existir en este paraíso.
Comienza a llover, pero el espectáculo no termina, es una delicia ver el agua caer con suavidad sobre todas las especies del jardín, trayendo vida y frescura. Las aves se han ocultado bajo las hojas arriba en los árboles, pero continúan deleitándonos con su canto. Es como si celebraran la llegada de la refrescante agua. Las plantas danzan bajo la lluvia llenando sus reservas, el agua corre por sus tallos lavando sus hojas del polvo de la ciudad. El zacate se levanta para dejar entrar hasta sus raíces las gotas de agua que caen en el suelo humedeciéndolo todo a su paso. La lluvia es vida para el jardín.
Llega la noche, oscurece y un aire de paz se siente en el jardín. Las aves duermen en sus nidos. Las flores descansan, queda solo el sonido del viento moviendo el follaje con suavidad, refrescando el jardín y manteniéndolo vivo.
Amanece y hay gotas de rocío sobre las flores y hojas. Parece escarcha, es como si la vida y la alegría brotaran en forma de gotas a través de los poros de las plantas. Las aves cantan a la mañana, cantan a la vida.
Poco a poco va saliendo el sol, cubriendo con su calidez todos los rincones del jardín. Se ilumina el paisaje gradualmente y nos deleita con un juego de luz y sombra producto de los rayos de sol que logran colarse entre el follaje de los árboles. La calidez es tal que inyecta de energía y paz a todo visitante del jardín.
Y la vida continúa en este oasis en la ciudad. Que se multipliquen los jardines en las ciudades, que se mantengan por siempre estos oasis para que no nos absorba el concreto y el ruido del progreso. Bendito seas jardín!

febrero 10, 2010

Desaparecer

Querer desaparecer
que todo se apague,
que todo se termine,
y poder descansar.

Querer deshacer,
borrar mis huellas,
dejar de sentir,
dejar de temer.

Querer creer,
que puedo seguir,
que puedo soñar.
Querer vivir!