abril 17, 2010

Una gaviota, un delfín y un oso

Era apenas una adolescente aquella tarde que fue al cine a regañadientes, sin entender por qué su padre insistía tanto en ello.
La película resultó ser hermosa y la impactó enormemente. Esa tarde conoció a Juan Salvador Gaviota, criatura que la llenó de inspiración por mucho tiempo. Sentía dentro de sí misma el deseo de aprender, de crecimiento personal, de libertad. Imaginarse volar suavemente hacia el horizonte liberaba su alma. El azul del cielo dejaba un brillo intenso en su mirada mientras el viento acariciaba con delicadeza su rostro.
Así creció hasta la mayoría de edad, preservando su identidad propia, buscando su libertad espiritual, saciando su sed de aprendizaje. Segura de que no había límite para el crecimiento mientras se creyera en uno mismo.
Y entonces, la joven se transformó en delfín...una criatura maravillosa, inteligente, de gran sensibilidad. Su figura estilizada se movía con deliciosa gracia, como si danzara en el agua. Desarrolló su sexto sentido y aprendió a socializar con su entorno, a encontrar paz y armonía en su relación con el hombre y la naturaleza.
Con los años, su ser se fortaleció. Sus vivencias desarrollaron su madurez y la llenaron de sabiduría. Ahora mujer, se desenvuelve con una personalidad firme e interesante. Su piel se transforma en una gruesa coraza formada por sus propias heridas y experiencias. Ahora ella enfrenta los retos con valentía, con alma de luchadora. Defiende con firmeza su posición y sus valores, sin renunciar a sus sueños. Se protege a sí misma y a sus seres queridos. Pero bajo ese grueso pelaje de oso, en su interior, hay una criatura cálida, llena de ternura, que se deja conquistar con caricias dulces y abrazos sinceros. Que disfruta plenamente de la vida, de la naturaleza, de su familia.
Son tres criaturas: una gaviota, un delfín y un oso. Tres elementos: aire, agua y tierra. Una mujer: un viaje, una vida.