enero 22, 2011

¡Vivió libre!

En la lejanía se escucha
un enérgico concierto de congos,
mientras muy alto
sobre los árboles,
vuela una majestuosa lapa verde.

Se divisa, bajo la fresca sombra
de árboles de aguacate y pejibaye,
entre siembros de plátano y palmito,
una rústica casita de madera:
su finca, su mundo particular.

Donde inmerso en su propia soledad,
vivió Kalo sus últimos años,
seducido por el cálido aire caribeño,
nutriéndose de los deliciosos frutos
de la naturaleza a su alrededor.

Vivió libre,
indiferente al calor y la lluvia,
las picaduras de mosquitos
y al sudor que empapaba
todo su cuerpo.

Con sus botas de hule
y sombrero campesino,
recorríó a diario su parcela,
bañada por una arrulladora quebrada
y rodeada de un exquisito jardín
de flores tropicales.

Vivió feliz,
hasta que le llegó la hora de partir.
Cambió sus tirantes y ropa de campo
por un traje de gala,
y con la foto de su amada,
en su bolsillo,
partió al más allá decidido
a encontrarla.

¡Dios te bendiga papá!

No hay comentarios: