enero 22, 2011

¡Vivió libre!

En la lejanía se escucha
un enérgico concierto de congos,
mientras muy alto
sobre los árboles,
vuela una majestuosa lapa verde.

Se divisa, bajo la fresca sombra
de árboles de aguacate y pejibaye,
entre siembros de plátano y palmito,
una rústica casita de madera:
su finca, su mundo particular.

Donde inmerso en su propia soledad,
vivió Kalo sus últimos años,
seducido por el cálido aire caribeño,
nutriéndose de los deliciosos frutos
de la naturaleza a su alrededor.

Vivió libre,
indiferente al calor y la lluvia,
las picaduras de mosquitos
y al sudor que empapaba
todo su cuerpo.

Con sus botas de hule
y sombrero campesino,
recorríó a diario su parcela,
bañada por una arrulladora quebrada
y rodeada de un exquisito jardín
de flores tropicales.

Vivió feliz,
hasta que le llegó la hora de partir.
Cambió sus tirantes y ropa de campo
por un traje de gala,
y con la foto de su amada,
en su bolsillo,
partió al más allá decidido
a encontrarla.

¡Dios te bendiga papá!

octubre 17, 2010

Toma mi mano

No te veo
pero siento tu presencia
en mi corazón.
Sé que estás aqui
a mi lado.
Sé que me dejas ser
y aunque a veces me equivoco
continúas a mi lado.

Me tiendes tu mano
y me aferro fuertemente,
para no sentirme perdida,
para no salirme del camino.

Toma mi mano,
necesito tu fortaleza,
sentir tu inmenso amor,
llenarme de tu paz.
No me dejes,
necesito tu alegría
y el valor para seguir.

agosto 21, 2010

Fantasmas del pasado

Sofía era una niña dulce, llena de vida, sus sueños eran puros como su alma, disfrutaba jugar con sus hermanos y amigos, y abrazar a sus padres cariñosos. El ambiente familiar era tranquilo, sus padres se esforzaban mucho por construir un ambiente familiar seguro y feliz, inculcándoles a sus hijos valores y la importancia de estudiar y desarrollarse.
Pero a veces el mal aparece a la vuelta de la esquina, como en la visita de un pariente, o de un allegado a la familia. Aparece en un hombre, en cuyo interior hay pensamientos aberrantes que van oscureciendo su alma, y paralizando su conciencia. Lleno de pensamientos que carcomen todo rastro de decencia, honestidad y respeto.
Al principio, este individuo pasa desapercibido. Ni Sofía ni sus padres sienten el peligro. Estudia cada movimiento de la familia y espera ... espera hasta que encuentra el espacio para acercarse y esparcir su veneno sobre la pequeña Sofía. La dulce niña que no tiene una gota de maldad, con inocencia asume la situación como normal. El individuo que no tiene una gota de culpa ni de vergüenza, se aprovecha de ese angelito una, dos, muchas veces, demasiadas veces.
Cuando finalmente Sofía lanza un grito de ayuda, sus padres reaccionan y alejan al mal de sus vidas. Pero ya es demasiado tarde, el monstruo ha dejado su huella macabra en la pequeña Sofía. Era apenas una niña cuando le tocó vivir una de las experiencias más aterradoras.
Muchos años han pasado desde esa horrible pesadilla. Esa niña con esfuerzo, y con el apoyo de sus padres, crece y sale adelante, con sus estudios, con su trabajo y con su vida familiar y social.
Sin embargo, el fantasma del pasado asecha, y hoy Sofía lanza un nuevo grito de auxilio. Se sienta frente a mí, temblando de terror, y llorando desconsoladamente. Siente una necesidad incontrolable de huir y refugiarse en la seguridad de su habitación, y alejarse así de todo contacto humano.
Ayer lo vió, sólo por unos instantes, y bastó para desmoronarse y volver a revivir la pesadilla que la ha atormentado desde entonces. Quebró su estabilidad emocional. De repente dejó de ser la mujer y se convirtió en la niña pequeña, indefensa e inocente, que ve su infancia irse de la mano abusadora de un monstruo.
Siento su dolor y su miedo, veo en sus ojos el trauma de una pesadilla. Tengo un nudo en la garganta y mis ojos ya casi estallan en llanto. Me siento impotente. No sé cómo consolar a esta mujer que lleva dentro una niña pequeña y asustada. Cómo abrazar a alguien que está huyendo de todo contacto físico?
Sofía es hoy una mujer fuerte y valiente, una sobreviviente. Pero las marcas de su horrible experiencia no se borran. Esas huellas quedan plasmadas en sus víctimas para toda la vida. Ese fantasma del pasado eventualmente aparece y las obliga a enfrentarlo una y otra vez, para poder seguir adelante con sus vidas.
Sofía existe en muchas niñas, en muchas mujeres. Siento coraje de saber que estos monstruos existen también, y más coraje de saber que muchos andan libres regando su veneno y llevando desgracia a muchas familias. La pesadilla no termina, el mal existe, anda suelto y asecha a nuestros niños.